Restaurante de comida rápida en Londres

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Me gusta esta foto porque me encantan las fotos de calle y sobre todo las urbanas

Lucía Piñero

M.A.Soto dijo...

Hay fotos que ganan con el marco blanco, parece como si respirase, sobre todo las de blanco y negro, las personas expuestas como en un escaparate mientras la muchedumbre deambula en el exterior, una imagen muy contemporánea.

Daniel Casares Román dijo...

Cuidado con eso Lucía, mucho cuidado con eso!!

Eso de me gustan las "fotos de calle" es algo que he oído mil veces... Incluso yo, al principio del principio lo solía decir, pero con el tiempo me di cuenta que sólo se trataba de un pretexto, de una excusa donde me refugiaba para no afrontar la verdad: Por aquella época no tenía co**nes de "meter" la cámara donde hay que meterla, en los aspectos más íntimos de las personas que fotografías.

Es muy cómodo ir por la calle haciendo disparos y componiendo pero creo que como fotógrafo y sobre todo como reportero hay que pedirse algo más.

He visto demasiadas exposiciones sobre mmm por ejemplo... Cuba (por nombrar la última que vi) Todas las fotos estaban tomadas en la calle, algunas fotos eran buenas pero para mí, el trabajo estaba incompleto. Completamente incompleto.

La timidez (gran enfermedad para los que se quieren dedicar a este tipo de fotografía) a veces no nos deja, nos paraliza, y nos llena de miedo ante la negativa de aquellas personas a las que queremos fotografiar.

¿Cómo venirte sin hacer fotos dentro de los hogares? ¿cómo venirte sin mostrar el aspecto más íntimo, más humano? ¿cómo conformarte con las fotos que puede hacer cualquier turista o aficionado a la fotografía? ¿Cómo no arriesgarte a captar ese momento que sólo acontece en los aspectos más personales, en el interior de las casas?

Pero claro... ¿Cómo le voy a decir yo a este señor que no conozco que le quiero hacer fotos en su casa con su familia? Y además que pasen de mí, que me ignoren y que actúen como si yo no estuviese. ¿Cómo pedir ese permiso? Uff, ardua tarea... mejor me quedo en una posición más cómoda y la disfrazo bajo el convencimiento que mejor... "me gustan las fotos de calle"

Un beso Lucía

Raquel dijo...

Si es cierto que la timidez afecta mucho a la hora de hacer fotografía, he de reconocer que yo soy una de esas personas que se pierden miles de momentos que pueden ser fotografiados, por ese calor y esa verguenza que produce meterme, con descaro, a hacer fotos en la vida íntima de algunas personas, pero... no es fácil coger esa fuerza... aún recuerdo una frase dicha por ti: "para mi, es mejor pedir perdón después de hacer la foto que pedir permiso para hacerla y recibir una negativa", se ha intentado mil veces pedir perdón, pedir permiso, pero no es fácil atreverse...

Revinhood dijo...

muy interesante esta toma. hay que verla mas detenidamente, voy a ver.

Daniel Casares Román dijo...

Sí, recuerdo cuando os dije esa frase, todavía la suelo decir. Pero quiero aclarar que es una medida un tanto extrema, es decir, no es una norma para aplicarla de manera general. Más bien sería para cuando uno va por la calle por ejemplo, y ve la foto, la está viendo, es un fotón y... o disparas o la pierdes... entonces... "más vale pedir perdón que pedir permiso".

Pero por lo general, para el tipo de fotografía a la que yo me dedico, lo ideal siempre es hablar y hablar antes de empezar a accionar el disparador.

Con todo el mundo se puede hablar, así que merece la pena ocupar buena parte de esos primeros momentos en explicar que somos fotógrafos y qué queremos.

Fotografiar personas es un poquito diferente a fotografiar coches, alimentos o botellas de vino, se necesita de otro tipo de "técnicas" un tanto particulares.

Por muy indígena que sea un poblado, no se puede llegar y empezar a disparar fotos como el que está en una sesión de moda, y mucho menos dentro de un hogar, el procedimiento requiere de una cierta dosis de paciencia, respeto, mucho tacto y un imprescindible grado de empatía.

Si no tienes todo esto en cuenta, sobre todo lo de la empatía, al menor descuido, se puede derrumbar todo el esfuerzo hecho hasta ese momento.

Hay personas que simplemente no les gusta que un extranjero les fotografíe...

Durante mi trayectoria, a lo largo del camino, y sobre todo cuando pateo África, me suelo tropezar con muchas historias de tribus rurales que no quieren ser fotografiadas por temor a que el fotógrafo con su cámara les robe el alma, a mí particularmente me parece que lo que realmente les echa para atrás, es la simple idea de que ese extranjero al hacerle la foto, saque más beneficio de lo que ellos ganan por ser fotografiados...

Por eso, cuando me acerco a algún poblado, a alguna tribu, lo último que hago es apretar el disparador, prefiero en ese primer contacto que ellos sepan qué hago yo allí, para qué he ido, cuál es mi intención y para qué servirán esas fotografías.

Es básico esa aceptación. Es imprescindible tomarse ese tiempo que a veces dura días o semanas, para poder ser aceptado, sentirse bienvenido, sólo de esta manera, eres capaz de volverte lo suficientemente invisible, como para poder trabajar sin alterar esa atmósfera natural que envuelve la cotidianidad, la idiosincrasia de la vida diaria de esta gente.

Para que el trabajo salga rico (fotográficamente) es imprescindible que esto suceda. Necesito el beneplácito, el acuerdo tácito entre lo que fotografío y yo.

Si no es así, hubiese sido imposible hacer los trabajos sobre los Uros, los Mennonitas o sobre el Jaripeo, por poner ejemplos.

Este beneplácito o permiso es imprescindible no para que posen ni nada por el estilo, nada más lejos de mis intenciones... sino para que pases desaprecibido, para que te vuelvas invisible. Una vez que ese acuerdo esta aceptado, que existe esa autorización todo se vuelve más fácil. Ellos tienen que estar conformes, porque esa conformidad es la que te proporciona esa libertad de movimiento, esa libertad de acción tan necesaria para poder desarrollar plenamente tu visión personal el tema.

En las primeras tomas, el sonido del obturador siempre puede desviar la atención de los habitantes de la tribu, pero al cabo de unos días, el sonido se les hace familiar, y ya nadie se percata ni de él, de tu presencia y entonces... lo has conseguido!

Nunca pasa el primer día, pero con paciencia y echándole mucho tiempo te vas a dar cuenta que la escena es tuya, al natural y cuando eso pasa, es fantástico.

Es lo más difícil, es un pelín trabajoso y siempre te queda la duda de ¿podré? ¿o me dirán que no? Pero como ya digo, merece la pena intentarlo, el resultado es tan diferente...

Anónimo dijo...

Lo he pensado más de un a vez y muchas veces hemos hablado no de forma tan directa, pero si te lo he comentado alguna vez. Esa creo que es la asignatura pendiente de muchos fotógrafos pero donde se aprende eso? se donde te pueden enseñar a medir y a conseguir profundidad de campo pero donde te enseñan a dejar de sentir esa timidez para entrarle a las personas?

Lucía Piñero

Antoñito de Carmen dijo...

Recuerdo perfectamente cuando me diste ese magnífico consejo de "deja olvidado el teleobjetivo en casa". Y la verdad es que sí, eso de tener que acercarme a la fuerza es medicina pura contra la timidez

Daniel Casares Román dijo...

Te acuerdas aún? jeje, el teleobjetivo es lo mejor que puedes usar para eternizar el problema de timidez a la hora de hacer fotos a personas...

Siempre digo lo mismo, si lo quieres superar... monta el 28 fijo en la cámara y sal a la calle.